sábado, 4 de octubre de 2008

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.
(Federico García Lorca )

Leo en el periódico algo está cambiando en el viejo barrio de Harlem. Comenzó siendo habitado por holandeses, dándole el nombre de Nieuw Haarlem (o Nueva Haarlem), en honor a la ciudad holandesa de Haarlem. Conocido como la capital negra de América, hoy está siendo objeto de un cambio sociocultural importante, ya que está dejando de ser el deprimido y peligroso barrio de los negros y está convirtiéndose en una de las zonas más pimpantes y vanguardistas de Nueva York. Como en todas partes, los habitantes de clase media se alejan de la gran ciudad en busca de lugares económicamente más asequibles para establecerse. Harlem, donde en el año 2000 solo vivía un 3% de blancos y era dominado por negros y puertorriqueños (éstos agrupados en el llamado Spanish Harlem), con unas tasas de delincuencia que pondría los pelos de punta al más bragado personaje de una novela de Montero Glez, se está convirtiendo en uno de los lugares preferidos por los neoyorquinos para vivir gracias a la inversión inmobiliaria y a las magníficas vistas que el barrio tiene a la zona norte de Central Park. Hoy se producen escenarios tan sorprendentes como la 110 Street, conocida como "Central Park North", conjugándose emergentes edificios de lujo a orillas de Central Park con el correccional de Lincoln y numerosos homeless tratando de sobrevivir acurrucados en un portal. Se dice que si sigue revalorizándose el viejo Harlem, los neoyorkinos tendrán que expandirse más hacia el norte, y comenzarán a invadir el Bronx. Como muestra echad un vistazo a la imagen que presenta este post en la que podemos contemplar un brownstone o clásico edificio de ladrillo de Harlem con el Hummer aparcado en la puerta. Curioso cuando menos.

El fotógrafo Art Kane reunió en 1958 para la legendaria fotografía titulada Jazz Portrait a las más grandes figuras del jazz de la época, y posiblemente de la historia. Reunidos como para la foto del colegio en el nº 17 West de la 126 Street, grandes dinosaurios como Dizzy Gillespie, Thelonius Monk, Lester Young, Coleman Hawkins, Art Blakey y tantos otros posan quizá con la voluntad de inmortalizar una época. Es la imagen de un tiempo y de un lugar que fue habitado por personajes de la talla de Duke Ellington, Dinah Washington, Sidney Poitier, Billie Holiday, Kareem Abdul-Jabbar, Sammy Davis Jr. o Sugar Ray Robinson, además de Tito Puente en su Spanish Harlem o Al Pacino, que nació en el East Harlem. Harlem no es cualquier cosa. Es un barrio con historia. En Harlem está la catedral gótica más grande del mundo (St. John the Divine), conserva la única torre de bomberos que queda en Nueva York, nació Samuel J. Battle, el primer policía negro de Nueva York, en sus calles agitó las masas y fue asesinado Malcom X, y en ellas fue recibido Joe Louis convertido en campeón del mundo de boxeo en 1938.

En Harlem se inaugura en 1921 el legendario club de jazz "Cotton Club" en el 644 de Lenox Avenue, regentado por el gangster Owney Madden. Tras sus puertas cada noche se cerraban los más sucios negocios a la par que se gestaba en su escenario el swing, sobre todo a cargo de la orquesta de Duke Ellington. Se proclama la Ley Seca en 1920, lo que provoca que comiencen a abrirse bares clandestinos disfrazados de locales religiosos o incluso lavanderías, siempre controlados por la mafia. El Cotton Club estaba dirigido a un público blanco selecto, ya que la entrada estaba rigurosamente prohibida para los negros, salvo que acudieran allí para actuar o prostituirse. En 1984 Francis Ford Coppola estrenó la película "Cotton Club", que pasó con más pena que gloria por la cartelera en su momento, pero sin embargo los aficionados al cine y al jazz le tenemos aprecio porque es una buena cinta con una inmejorable banda sonora que incluye blues, dixie y, por supuesto, mucho swing. Las escenas de claqué son espectaculares, y la combinación de números musicales con escenas de violencia es de gran maestría, propia, por otra parte, de Ford Coppola, el cual da la alternativa a dos jóvenes actores: su sobrino Nicholas Cage y Richard Gere. En este trailer de la película que he encontrado de la versión italiana podéis empaparos del ambiente y la música que se debía respirar en el Cotton Club. Podéis pinchar en este enlace para verlo: http://es.youtube.com/watch?v=PnYIEXUodOk. No os perdáis este número de claqué de esta misma película. Impresionante.



La alternativa al Cotton Club fue el Apollo Theatre, ya que permitía la entrada a los negros. Solo actuaban artistas negros, llegando a debutar allí jóvenes promesas como Ella Fitzgerald, Billie Holiday o James Brown, que llegó a convertirse en el auténtico rey del Apollo. Podéis informaros si vais por allí en http://www.apollotheater.org/., sobre todo para asistir a sus famosos amateur wednesdays, que se vienen celebrando desde hace más de 70 años. En una de estas sesiones para aficionados apareció una negra de aspecto estrafalario, diametralmente opuesta del glamour que cualquier orquesta de jazz necesitaba. Sin embargo, Chick Webb, percusionista de la orquesta, enano y chepudo por una malformación en la espalda, quedó prendado de su voz, la acogió en su casa y en su matrimonio y la promovió como vocalista de la banda hasta que comenzó quitarle protagonismo. Envidioso por la voz de Ella, se negó a que liderase la orquesta. El dueño del Apollo apostó por Mrs. Fitzgerald, y su magnífica voz y personalidad fue eclipsando por completo al jorobado, que murió enfermo y amargado. Desde ese momento nadie pudo parar a Ella Fitzgerald y su Orquesta. Ella Fitzgerald utilizó con éxito la técnica del scat, que consiste en repetir con su propia voz las notas de los instrumentos, que pocas voces del jazz han sido capaces de interpretar. En este breve video de Ella Fitzgerald que claro por qué pasó a la historia como The First Lady of Song.


El tercer club de jazz en discordia dentro del territorio prohibido de Harlem fue el Savoy Ballroom. Fue un local profundamente negro, casi más un local de baile, que estuvo en marcha hasta 1958, con un espectáculo que los diferenciaba del resto: la batalla de bandas. En este espectáculo, se enfrentaban dos orquestas una frente a otra, con el swing por encima de todo. Entre las orquestas más reconocidas en el Savoy Ballroom destacaron la de Benny Goodman, la de Count Basie y la del propio Chick Webb. Grandes estrellas del be-bop como Dizzie Gillespie, Charlie Parker, Art Blakey y Thelonious Monk también tocaron en el Savoy. Hoy es una especie de museo, que podéis visitar virtualmente en http://www.savoyballroom.com/. Ved este video de finales de los 30 o principios de los 40 y el ritmo que se gastaba por el mismísimo Savoy Ballroom.


Y no podemos abandonar Harlem sin visitar una misa gospel, un gran acontecimiento semanal para un negro creyente, y un gran espectáculo para un turista blanquito con ganas de amortizar su visita a Nueva York. Eso sí, no conozco a ningún blanquito que no haya salido de una misa gospel si haber sentido elgo en lo más recóndito de su alma, si es que sabía que la tenía. Los hombres reciben con elegantes trajes a los asistentes uno a uno. Las mujeres se ponen sus mejores galas, como trajes de colores de terciopelo y llamativos sombreros. Los turistas ocupan un lugar especialmente apartado, desde donde contemplan la celebración. Para mí, personalmente, hay pocas cosas que más me emocionen que un gran coro de gospel entonendo uno de sus cánticos. Como cada año, en diciembre no faltaré a la cita con el Festival de Gospel de Madrid. Mientras tanto, vamos a deleitar nuestros oídos y nuestro espíritu con este video del Harlem Gospel Choir.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises,
grises donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado,
cuyas barbas llegan al mar.

(Federico García Lorca )

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