En Harlem se inaugura en 1921 el legendario club de jazz "Cotton Club" en el 644 de Lenox Avenue, regentado por el gangster Owney Madden. Tras sus puertas cada noche se cerraban los más sucios negocios a la par que se gestaba en su escenario el swing, sobre todo a cargo de la orquesta de Duke Ellington. Se proclama la Ley Seca en 1920, lo que provoca que comiencen a abrirse bares clandestinos disfrazados de locales religiosos o incluso lavanderías, siempre controlados por la mafia. El Cotton Club estaba dirigido a un público blanco selecto, ya que la entrada estaba rigurosamente prohibida para los negros, salvo que acudieran allí para actuar o prostituirse. En 1984 Francis Ford Coppola estrenó la película "Cotton Club", que pasó con más pena que gloria por la cartelera en su momento, pero sin embargo los aficionados al cine y al jazz le tenemos aprecio porque es una buena cinta con una inmejorable banda sonora que incluye blues, dixie y, por supuesto, mucho swing. Las escenas de claqué son espectaculares, y la combinación de números musicales con escenas de violencia es de gran maestría, propia, por otra parte, de Ford Coppola, el cual da la alternativa a dos jóvenes actores: su sobrino Nicholas Cage y Richard Gere. En este trailer de la película que he encontrado de la versión italiana podéis empaparos del ambiente y la música que se debía respirar en el Cotton Club. Podéis pinchar en este enlace para verlo: http://es.youtube.com/watch?v=PnYIEXUodOk. No os perdáis este número de claqué de esta misma película. Impresionante.
La alternativa al Cotton Club fue el Apollo Theatre, ya que permitía la entrada a los negros. Solo actuaban artistas negros, llegando a debutar allí jóvenes promesas como Ella Fitzgerald, Billie Holiday o James Brown, que llegó a convertirse en el auténtico rey del Apollo. Podéis informaros si vais por allí en http://www.apollotheater.org/., sobre todo para asistir a sus famosos amateur wednesdays, que se vienen celebrando desde hace más de 70 años. En una de estas sesiones para aficionados apareció una negra de aspecto estrafalario, diametralmente opuesta del glamour que cualquier orquesta de jazz necesitaba. Sin embargo, Chick Webb, percusionista de la orquesta, enano y chepudo por una malformación en la espalda, quedó prendado de su voz, la acogió en su casa y en su matrimonio y la promovió como vocalista de la banda hasta que comenzó quitarle protagonismo. Envidioso por la voz de Ella, se negó a que liderase la orquesta. El dueño del Apollo apostó por Mrs. Fitzgerald, y su magnífica voz y personalidad fue eclipsando por completo al jorobado, que murió enfermo y amargado. Desde ese momento nadie pudo parar a Ella Fitzgerald y su Orquesta. Ella Fitzgerald utilizó con éxito la técnica del scat, que consiste en repetir con su propia voz las notas de los instrumentos, que pocas voces del jazz han sido capaces de interpretar. En este breve video de Ella Fitzgerald que claro por qué pasó a la historia como The First Lady of Song.
El tercer club de jazz en discordia dentro del territorio prohibido de Harlem fue el Savoy Ballroom. Fue un local profundamente negro, casi más un local de baile, que estuvo en marcha hasta 1958, con un espectáculo que los diferenciaba del resto: la batalla de bandas. En este espectáculo, se enfrentaban dos orquestas una frente a otra, con el swing por encima de todo. Entre las orquestas más reconocidas en el Savoy Ballroom destacaron la de Benny Goodman, la de Count Basie y la del propio Chick Webb. Grandes estrellas del be-bop como Dizzie Gillespie, Charlie Parker, Art Blakey y Thelonious Monk también tocaron en el Savoy. Hoy es una especie de museo, que podéis visitar virtualmente en http://www.savoyballroom.com/. Ved este video de finales de los 30 o principios de los 40 y el ritmo que se gastaba por el mismísimo Savoy Ballroom.
Y no podemos abandonar Harlem sin visitar una misa gospel, un gran acontecimiento semanal para un negro creyente, y un gran espectáculo para un turista blanquito con ganas de amortizar su visita a Nueva York. Eso sí, no conozco a ningún blanquito que no haya salido de una misa gospel si haber sentido elgo en lo más recóndito de su alma, si es que sabía que la tenía. Los hombres reciben con elegantes trajes a los asistentes uno a uno. Las mujeres se ponen sus mejores galas, como trajes de colores de terciopelo y llamativos sombreros. Los turistas ocupan un lugar especialmente apartado, desde donde contemplan la celebración. Para mí, personalmente, hay pocas cosas que más me emocionen que un gran coro de gospel entonendo uno de sus cánticos. Como cada año, en diciembre no faltaré a la cita con el Festival de Gospel de Madrid. Mientras tanto, vamos a deleitar nuestros oídos y nuestro espíritu con este video del Harlem Gospel Choir.
¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises,
grises donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado,
cuyas barbas llegan al mar.
(Federico García Lorca )
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