martes, 25 de marzo de 2008

Mágica Lisboa


Estos días he vuelto a Lisboa... bueno, quizá nunca me fui de Lisboa, una de las ciudades más poéticas y con más sabor que conozco. Pasear por las estrechas calles del Chiado, tomar una bica en un café de la rua Garrett o beber ginginha en una tasca de A Baixa se convierten en un placer majestuoso. Es una ciudad en la que o se escuchan fados o se escucha jazz, parece que tuviese banda sonora. Departí con Fernando Pessoa, o mejor dicho, con su estatua de bronce del café A Brasileira, mientras me recitaba

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
sienten, en el dolor leído,
no los dos que el poeta vive
sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
distrayendo a la razón,
ese tren sin real destino
que se llama corazón.

Creo que vi de reojo a Santiago Biralbo trasbordando de tranvía a toda prisa mientras le perseguía el negrazo de Toussaint Morton, mientras pasaban el invierno en Lisboa. O cuando creí reconocer a Lucas Corso y a la misteriosa Irene Adler, insignes miembros del club Dumas mientras esperaban en la fastuosa estación de Santa Apolonia de la plaza de los Restauradores la salida de su tren rumbo a Sintra, después de haber coincidido con ellos en alguna librería de viejo del Chiado. Observando el Tajo desde el mirador de Santa Luzia en Alfama oí entre los murmullos una voz que decía "Sostiene Pereira que le conoció un día de verano...", pero me giré esperando encontrar al Pereira de la novela de Tabucchi, pero no vi a nadie. Mágica Lisboa.

Lo que sí era de verdad es el concierto que el armonicista belga Toots Thielemans y el gran Phil Woods ofrecían en Lisboa. Os ofrezco esta actuación del Phil Woods Quartet de 1990 interpretando el clásico "My old flame". Es uno de los más grandes saxofonistas de la historia, que ha acompañado a todos los clásicos, desde Dizzy Gillespie a Quincy Jones, de Benny Goodman a Thelonious Monk. Estuvo muy vinculado en sus inicios a la figura de Charlie "Bird" Parker, tanto que tras la muerte del maestro el muy pillín se casó con la compañera de Parker, Chan Richardson, adoptando incluso a los hijos de Parker y heredando el saxo alto del genio de Kansas City, hasta ser considerado su discípulo más aventajado.

1 comentario:

Alberto dijo...

Contado así me parece tan real que me ha parecido que íbamos juntos paseando por las calles del Chiado.
Que tomamos un chupito de Ginginha en ese pequeño local junto a la plaza del Rossio en A Baixa, y brindábamos sonrientes frente una cámara que nos recordará mas tarde ese gran e inolvidable momento.
Tan real, que pude haber sido yo el que te hizo esa foto de tertulia con Fernando Pessoa a las puertas del café A Brasileira.
Que escuchamos la voz de Dulce Ponte cantando fados procedentes de un viejo 'carromato del fado' aparcado en la cuesta de la Rua do Carno junto a la moderna y bulliciosa Rua Garrett.
Que tomando una bica después de haber degustado un fabuloso Bacalhau a Brás en una pequeña adega del Barrio Alto.
Me ha parecido tan real… que pienso que realmente estuvimos juntos, y que hicimos todo esto y muchas otras cosas.