
Únicamente se conservan dos fotos suyas. En una, la que encabeza el presente post, aparece relajado, mirando penetrantemente a la cámara, con sus larguísimos dedos marcando un acorde sobre el mástil de su inseparable guitarra, y sosteniendo distraídamente de medio lado un cigarro en sus labios. En la otra foto posa elegantemente con traje, chaleco, corbata de rayas, sombrero calado de medio lado mientras acomete con gesto socarrón algún acorde a la guitarra, apoyada sobre sus piernas cruzadas.

Su muerte también está envuelta en misterio. Durante muchos años se dijo que fue víctima de la magia negra, otros que se suicidó. Johnny Shines dijo que oyó decir que estuvo durante días corriendo a cuatro patas, como un perro, hasta que el diablo vino a por él. Se especuló mucho con su muerte hasta que en 1968 Gayle Dean Wardlow descubre la partida de defunción, que ningún médico se encargó de firmar. En su investigación se estrevista con dos testigos que coinciden en que en agosto de 1938 Robert Johnson tocaba en un club de la pequeña población Three Forks, muy cerca de Greenwood. Robert Johnson se lió con la mujer del dueño del local. Éste envenenó el whisky que le ofreció durante su actuación. Murió días después de agonizar en casa de un amigo. Parece que fue enterrado en el pequeño cementerio de la Zion Church, cerca de Morgan City. Existen tres tumbas, pero probablemente no esté enterrado en ninguna de ellas, sino que seguramente descansará debajo de algún árbol en algún cruce de caminos, para que, como él había cantado "…Mi viejo y maldito espíritu pueda subirse a un autobús Greyhound y marcharse".
Sus 29 canciones han sido versionadas hasta la saciedad por las grandes estrellas de blues. La influencia en los jóvenes bluesmen de los 60 fue brutal, siendo recogida en el Reino Unido por la extraordinaria cantera británica como Keith Richards, Led Zeppelin, John Mayall, Peter Green, que revisó su repertorio en el disco "The Robert Johnson Songbook", o Eric Clapton, que hace unos años le dedicó su disco "Me and Mr. Johnson". No obstante, "Crossroads" siempre ha sido un clásico se su repertorio.
El diablo le convirtió el un gran bluesman, pero se lo llevó muy pronto y nos privó de saber qué hubiera podido ser su figura si hubiera llegado en plenitud a la dorada década de los 60, junto a Muddy Waters, Sonny Boy Williamson, Howlin' Wolf o John Lee Hooker. Sus seguidores crearon una fundación que lleva su nombre. Sobre ella y sus actividades podéis informaros en su web http://www.robertjohnsonbluesfoundation.org, e incluso contribuir con alguna donación. También podéis ver un video creado por la propia Fundación Robert Johnson en la que nos narra su vida en dibujos animados a los sones de "Crossroads". Por siempre, Robert Johnson.